miércoles, 28 de julio de 2010

Extroscopía 97

No sé como se empieza algo que no tenga excesos de retórica.
Quizá siempre escriba lo mismo. Uso las mismas palabras, una serie de adjetivos que configuro para dar tintes diferentes (aunque siempre quedan iguales) a mis ganas (excesivas también) de sacar fuera lo que hace ruido por dentro.

Si quiero intentar algo distinto pienso en tus ojos, que me alumbran algunas veces, cuando más perdida me encuentro. Pienso en tu mirada involuntaria, pienso que tu mirada tiene vida propia, independiente de la tuya y que si no existieras seguirían existiendo tus ojos, tus pestañas y tus movimientos reflejos que escapan a las ordenes de tu cerebro.

Si quiero intentar algo distinto pienso en tus manos, que calman mi hipotermia constante, que me provocan espasmos y desfaces de frecuencia cardiaca.
Pienso que tus manos quizá si te obedecen y que por lo tanto, en tus manos está el control de mis viserales sensaciones, esas que tan mal oculto.

Si quiero intentar algo distinto, pienso en el vértigo que me embarga y me enmudece cuando estás cerca.
Quizá tu y yo somos dos conjuntos de malos hábitos. Quizá tu y yo estamos rotos por dentro, y esto he querido decirtelo siempre. Pienso que ambos tenemos esa tendencia a destruir lo que está a nuestro paso, sin querer, pero queriendo. Porque nuestros lados B se comunican en alta sintonía.

Si quiero intentar algo distinto pienso en que por algo nos encontramos, en medio de la nada, en la costa de una cuidad intermitente.
Cierro los ojos y te recuerdo cercano, próximo a mis mejillas. Me invade un miedo extraño, que quizá te invade a ti también.

Si quiero intentar algo distinto pienso en tí. En tu aura de misterio, de irreconocible silencio ahogado, en el ímpetu de tus palabras, en tu subjetividad extrapolada y derramada a través de tus gestos.

Si quiero intentar algo distinto, pienso en tus esporas, que me intoxican y me hacen adicta.

Quizá sospeches algo, quizá algo dentro de tí te de indicios vagos del ser que soy cuando se apagan las apariencias, quizás te asuste la fragilidad de nuestras emociones, la inestabilidad de nuestro ánimo. Me gusta decir nuestro, nuestra, y no sentirme tan abandonada, tan a la deriva de mis cuestionamientos malditos.

Por eso, siempre con un poco de verguenza, te pido, siempre con total franqueza, que en la medida de lo posible no me dejes sola.
Por eso, siempre con un poco de miedo, te pido, siempre con total franquza, que si un día despiertas y sientes ganas de destruirme, lo hagas.
Pero que si aun no he despertado en ti ese sentimiento de destrucción y asesinato, mantenlo dormido, mantenlo drogado, mantenlo a oscuras, mantenlo maniatado.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Cambiaste tu frecuencia y tus células por libertad, no dudes de eso.

    SPM(8) tk.

    =)

    ResponderEliminar