viernes, 4 de junio de 2010

Extroscopía 65

El piso tembló un momento, creí deslizarme brevemente, creí desmayarme pero no era cierto.
Quedé ciega, eso sí lo recuerdo. Pero veía con tanta claridad.
La energía del ambiente se concentró en un pedazo de tela, me electrificó el brazo, no pedí disculpas, disfruté cada fragmento sin final de ese trozo de tiempo.
Fue ahí cuando perdí la vista, cuando la lanza que sentí en el pecho me nublo los ojos, de a poco, se fue todo a negro...
Creo que me desprendí del suelo, en realidad no lo sé.
Vértigo nuevamente.
Me importo poco que todo estuviera en llamas, me importo poco que muchos me necesitaran, me importo poco el llanto ajeno, el lamento de otro, la sinceridad malgastada del mundo. (sinceridad a la que no accedo, a la que no puedo tocar)
Todo se veía tan bien desde allí arriba, exploté en colores, me lloví a misma y me derramé sin cause.
Mis ojos recuperaron la vista, una vena traviesa que saltaba en mi cuello se tranquilizaba de a poco, levanté mi meñique y aterricé con éxito.

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