miércoles, 2 de junio de 2010

Extroscopía 64

La historia de un niño y su manta de estrellas.
Jugando a poder escapar, a poder refugiarse en un sueño, bajo una mesa.
Un día soleado descubrió que tan amplio podía ser el infinito, ansioso y expectante esperó el anochecer.
No se dio cuenta y el sol había bajado, las estrellas viajaban en su dirección, el se sentó a esperarlas.
El frío hacía temblar su quijada infantil, tensa y asustada.
Cubrió su espalda con su manta estrellada y todo sucedió.
Una brisa nocturna le refrescó la frente, juguetiando con su pelo encendido.
Entornó los ojos, esbozó una sonrisa y comenzó es espectáculo.
Estrellas fugaces se lanzaban en un salto al desafío letal, se movían las nubes formando figuras que le hablaban de un secreto universal, se elevó sin que nadie lo viera y cayó en el espiral interminable de un universo que sólo el conocía.
Estaba mareado pero feliz, sus ojos se tornaron plateados y su corazón dejó de latir, la respiración cesó en un segundo y sintió estar más muerto que nunca.
Pensó en su familia y los extrañó un instante, cerrando los ojos, despidiéndose para siempre...

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