martes, 9 de marzo de 2010

Extroscopía 40

Yo seguí avanzando, aunque en realidad no quería. Me seguí moviendo como si nada, o incluso peor, con sobreactuada naturalidad.
Caminé por mis mismas calles, respiré y disfrute las mismas vanalidades urbanas de siempre.
Frené en seco.
Me asqueé de la situación.
Decidí vengarme, contra mí misma.
Corté mi cabello, aunque no quería. Castigué mi mente con basura autodirigida.
(Como si se tratara de un globo que lanzo en mi contra, como si fuera una bomba que aterriza en mi regazo)
Me expuse al sol. Me deshidraté a propósito. Me morí unos segundos.
Salí en la noche, en la compañía de los de siempre. (Con cinismo y verguenza, disfruté la autenticidad de sus miradas)
Desprecié a mi madre, me harté de mi padre, ignoré a mi hermano.
Regresé a mi casa, días después, ebria de nostalgia, con la misma rabia de siempre...
Puse mi cabeza en la almohada, esperando dormir por siempre.
Desperté sucia, miré la claridad del día colarse por mi ventana y no pude evitar sentirme miserable, imperdonablemente agria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario