domingo, 20 de septiembre de 2009

Extroscopía 21

Son tantas las cosas que detesto.
Detesto verme obligada y sometida por la poesía traviesa que entró en mi cuerpo el día de mi nacimiento.
Detesto exponencialmente a mis amigos.
Destesto sus ganas estúpidas de sobresalir, de figurar, anticipar... predecir mi conducta. Detesto sentirme depresiva ante ellos, detesto que me falte la energía para llevarles el ritmo. Detesto las bromas que los hacen llorar de risa, detesto SENTIRME FUERA DE LUGAR EN CUALQUIER CONTEXTO.
Detesto no tener una sonrisa que ofrecer a sus importantes comentarios existenciales que solo desatan una pequeña burla en mi interior... culpabilidad interna que termina convenciendome de que soy yo quien no encaja.
Detesto su necesidad de feedback, su necesidad de sociabilizar en todo momento.
Detesto que las personas que están a mi alrededor tengan la capacidad (para mi destructiva) de spoilear cada uno de mis intentos por encerrarme en mi mundo, libre y soberano, angustiado y perverso, tranquilo, lleno de hierba y tecito, armonico y solitario hasta el infinito.

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