miércoles, 28 de abril de 2010

Extroscopía 51

Parpadear y ser un niño.
Nuevamente encontrarlo todo grande.
Deambular como una sombra insignificante por las grandes habitaciones de mi casa.
Sentir tristeza aquellas tardes de domingo y soledad. Cuando nada pasaba fuera mi ventana y el sol se escondía con flojera, sumiéndome en el trance de la tarde, en el sonambulismo precoz.
Volver a revisar los cajones de la cocina en busca de nada y de todo.
Recorrer las paredes, imaginar puertas secretas, mundos internos, seres bajo la cama, historias que nunca fueron.
Ser niña y romperme por dentro, como un vidrio aun cristalino. Llorar de verdad, con angustiosa entereza, sin verguenza ni culpa. Sin saber porque y sabiéndolo todo.
Aburrirme.
Sentarme en un sillón. No prender la tele. Mirar como cambian los segundos del reloj digital de la radio.
Escuchar en silencio imperturbable como se despierta el resfrigerador.
Tener nada, desear nada, ser nadie para el resto, ser todo para nosotros mismos. =)

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