jueves, 22 de abril de 2010

Extroscopía 48

Oda a mi voluntad, crucificada en cruz de palo.
Azotada y tristona, pusilánime e infinatemente mediocre.
Oda a mi voluntad trastornada, de utiliería y con mil armaduras.

Oda a mis silencios, a mis odios edónicos.
Lo que no digo porque hiere, lo que no digo para mejor.
Lo que no digo pero me trago y lleno de palabras las paredes de mi mente.

Oda a mi existencia forzada.
A mi voz elevada en ciertas ocasiones, a la ruborización de mis mejillas, fácil, perceptible y autoflagelante.

Oda a mi actitud de martir, a las quejas diarias, de todo y por todo, de todo y por todos, de todo y de mí.
Oda a mi apariencia, artificial y sobreestimada.
Oda a lo que me diferencia, a mi cansancio de escuchar, de hablar, de finjir, de aprender, de intentar, de reir.

Oda a aquellos que quiero y que odio tanto. Oda a mis pensamientos destructivos, al esfuerzo por no quebrar todo, por no quedarme sola.

Oda porque no entiendo, oda porque no quiero, oda porque me canso, oda porque mi imaginació me lo pide, mi cuerpo lo exige, mi mente no se lo cree.

No hay comentarios:

Publicar un comentario